El rosal es, sin lugar a dudas, la planta ornamental más popular y apreciada en la jardinería. Existen más de 100 especies endémicas de Europa, Asia América y África. En esta guía completa de Amigos de la Jardinería te explicaremos cómo cuidar un rosal de forma adecuada. Mejora la calidad de tu planta y consigue una floración bonita y abundante siguiendo nuestros consejos.

Cuidados de los rosales

Aunque conviene seguir ciertas pautas de cuidados de los rosales a lo largo del año, lo cierto es que son relativamente fáciles de mantener, especialmente cuando están bien desarrollados. De forma general encajan bien en los climas temperados, de veranos calurosos e inviernos suaves. No obstante, existen especies más o menos resistentes al frío y al calor. Será conveniente informarnos antes de adquirir un rosal y buscar uno que encaje con nuestro territorio. En esta guía aprenderás cómo cuidar un rosal trepador, arbustivo o en maceta. ¡Sigue leyendo!

Ubicación

Hablamos de una planta resistente, que necesita grandes dosis de luz. Por ello, lo ideal es colocar el rosal en una zona bien iluminada, que reciba al menos seis horas de sol al día. En climas extremadamente calurosos controlaremos que las horas de exposición al sol no sean excesivas. Mientras, en lugares especialmente fríos, podría ser conveniente colocar la planta relativamente cerca de un muro para protegerla en invierno.

Sustrato

El sustrato es otro aspecto muy importante a tener en cuenta si queremos aprender cómo cuidar un rosal en jardín o en maceta. Este arbusto requiere un suelo ligeramente ácido y fértil para desarrollarse en óptimas condiciones. Podemos conseguir el sustrato perfecto con una mezcla de arena, arcilla y compost. En invierno puede ser interesante cubrir la base del rosal con mulching o corteza de pino para proteger las raíces.

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Riego

Es muy importante que prestemos atención al riego cuando hablamos de plantas jóvenes o recién trasplantadas. Por el contrario, aquellas más maduras serán menos exigentes. Durante el verano, especialmente si hace mucho calor, regaremos la planta de forma regular, entre 3 y 4 veces a la semana. Por el contrario, en invierno conviene controlar muy bien el riego, para evitar la pudición de las raíces. Durante la estación más fría del año regaremos cada 15 días aproximadamente.

Algunos consejos imprescindibles para saber cómo y cada cuánto regar un rosal son:

🌹 Presta atención al sustrato: si está húmedo el rosal no necesita ser regado

🌹 Evita mojar flores y hojas, ya que favorece la aparición de hongos

🌹 El atardecer y el amanecer son buenos momentos para el riego en verano: mejoran la hidratación de la planta y evitan que las hojas se quemen con el agua y el sol

🌹 Evita encharcar o regar en exceso, provoca la pudrición de las raíces

Poda

Es conveniente realizar al menos una poda al año. La época más idónea es la que comprende finales de invierno a principios de primavera, de esta forma, favoreceremos un buen desarrollo de la planta. Cortaremos con prudencia las ramas, entre tres y cuatro nudos vegetativos como máximo. También podemos hacer una poda más suave a lo largo del otoño, para preparar la planta para el invierno, retirando ramas y flores secas.

Para que el rosal pueda seguir creciendo y con la intención de incrementar el número de flores, es muy aconsejable cortar las rosas antes de que se marchiten. Realizaremos un corte en bisel, siguiendo la dirección de la última rama elegida, que puede ser la tercera o la cuarta.

Durante la primavera y el verano veremos que los chupones crecen con fuerza. Se trata de ramas nuevas que brotan directamente de la base del rosal y que roban agua y nutrientes al resto de ramas. Es importante retirarlas rápidamente para no perjudicar a la planta en general. Realizaremos un corte limpio con unas tijeras bien afiladas y desinfectadas. También debemos eliminar las plantas que crezcan excesivamente cerca del rosal. Esta planta necesita mucho espacio para desarollarse.

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Fertilizante y abono

Si ya hace más de un año que hemos trasplantado nuestro rosal es el momento de buscar un fertilizante o abono para rosales de calidad. Podemos encontrarlo en tiendas especializadas y viveros. Recuerda que es muy importante alimentar a las plantas para fomentar su desarrollo y floración. El momento idóneo será durante la primavera, cuando la planta esté en pleno crecimiento.

Será de vital importancia seguir las recomendaciones y pautas del fabricante a la hora de fertilizar las plantas, ya que un exceso puede provocar la aparición de hojas amarillas y la muerte de hojas, ramas e incluso la planta entera.

Reproducción

El final del verano es el momento perfecto para multiplicar un rosal mediante esquejes. El paso a paso es muy sencillo de llevar a cabo, ¡visita nuestro artículo para saber cómo hacerlo!

¿Cómo cuidar un rosal en maceta?

Cada vez es más popular tener un rosal en maceta, por ello, aunque los cuidados son prácticamente los mismos que ya hemos mencionado, tendremos en cuenta algunos aspectos específicos. Este apartado también es útil si estás preguntándote cómo cuidar un rosal mini en maceta.

La elección de la maceta para rosal

Para empezar, debemos elegir la maceta adecuada, que debe ser más profunda que ancha, y su tamaño debe ir acorde con el de la propia planta. Es decir, un rosal mini tendrá suficiente con una maceta de entre 30 y 40 cm, pero uno de mayor envergadura necesitará una maceta mucho más profunda. Este tipo de plantas necesitan desarrollar bien sus raíces, por lo que la profundidad es un aspecto importante a tener en cuenta.

También señalar que las macetas de barro son las más apropiadas para esta planta, ya que permiten que se aclimate mejor, aunque como son muy porosas, requerirán un riego más frecuente. Asegúrate también que la maceta tiene agujeros para drenar el agua sobrante.

¿Cómo y cuándo trasplantar un rosal?

Otro aspecto concreto de los rosales en maceta es el trasplante, que deberá realizarse cada dos años aproximadamente. Nos fijaremos en el estado de la planta y, si se ha desarrollado en exceso, será el momento de trasplantarla. La mejor época para hacerlo será en primavera.

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Enfermedades de los rosales

Además ofrecerles los mejores cuidados, es importante estar atentos a las posibles enfermedades de los rosales, destacando las enfermedades provocadas por hongos, aunque también existen enfermedades del rosal provocadas por plagas de insectos:

Hongos

  • Mildiu: hongo que provoca la aparición de manchas de tonos claros. Con el tiempo se vuelven amarillas o marrones. También puede aparecer una capa blanquecina o gris en el envés. Más adelante las hojas se secan y caen.
  • Roya: hongo que provoca la aparición de pequeños bultos anaranjados en el envés de las hojas. Con el tiempo los bultos se vuelven de color negruzco.
  • Mancha negra: hongo que provoca la aparición de manchas negras en las hojas del rosal. Con el tiempo la enfermedad se extiende y las hojas se tornan de color marrón y caen.
  • Oidio: hongo que se desarrolla cuando la humedad del ambiente es muy alta. Provoca la aparición de manchas y una fina capa de color blanquecino. Con el tiempo se expande y las hojas afectadas se empiezan a secar.

Los hongos deben tratarse siempre con fungicidas específicos y a la mayor brevedad. Se debe realizar también la poda de las hojas afectadas. Recomendamos apostar siempre por productos de marcas reconocidas, a ser posible ecológicos, de venta en tiendas especializadas o viveros. Seguiremos siempre las pautas e instrucciones de uso del fabricante.

Plagas

  • Mosca del rosal: larva de color blanco y amarillo con puntos negros que se alimenta de las hojas del rosal.
  • Pulgón: insecto de pequeño tamaño de color verde o marrón. Se alimenta de la savia de los brotes nuevos.
  • Araña roja: ácaro de pequeñas dimensiones de color rojizo. Se alimenta de las hojas del rosal.

Las plagas que afectan al rosal también deben tratarse con insecticidas específicos y, en los casos más extremos, puede ser necesaria la poda de las hojas y los tallos afectados. Seguiremos siempre las pautas e instrucciones del fabricante. Una vez saneado el rosal, realizaremos pulverizaciones regulares con jabón potásico para eliminar los posibles supervivientes y prevenir su reaparición.

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