Las más de 70 especies del género Alocasia reciben multitud de nombres, siendo el más popular el de «planta Marquesa«, aunque existen muchos más, como Colocasia, Oreja de Elefante o Taro de jardín. Otros incluso las llaman Ñame, Alcolcaz o Manto de Santa María. ¿Tienes una y no sabes identificar la especie? ¿Quieres saber cuáles son sus cuidados básicos? En Amigos de la Jardinería hacemos un repaso por estas preciosas plantas para que aprendas a reconocerlas y cuidarlas.

Taxonomía de la Alocasia

Reino: Plantae
División: Magnoliophyta
Clase: Liliopsida
Orden: Alismatales
Familia: Araceae
Tribu: Colocasieae
Género: Alocasia

Características de la Alocasia

Las Marquesas se caracterizan por poseer un bulbo o rizoma. Pero, ¿qué significa exactamente? Que su tallo principal se encuentra bajo tierra, almacenando nutrientes esenciales, y a partir del cual nacen nuevas raíces y brotes. Hablamos también de plantas perennes o vivaces, de hecho, las alocasias pueden llegar a acompañarnos muchos años, superando los los 40 si reciben unos buenos cuidados básicos por nuestra parte, en estos casos observaremos un tronco bien desarrollado con anillos visibles.

Centrándonos en otros aspectos de la planta, observamos unas hojas grandes y alargadas, probablemente de ahí viene uno de sus apodos: «Oreja de elefante». Generalmente son de una tonalidad verde intenso, aunque pueden ser más o menos oscuras, y hasta liláceas, dependiendo de la especie.

Hablamos también de una planta muy robusta, que puede alcanzar con el tiempo los 5 metros de altura. Además, la Alocasia produce unas brácteas blancas que envuelven las flores de la planta y que las protegen.

Hábitat y distribución de la Alocasia

La Marquesa es una planta oriunda de Asia, Oceanía y Sudamérica, pero más concretamente, destaca su presencia en climas tropicales, que se caracterizan por poseer altos niveles de humedad, gracias a las abundantes lluvias, así como temperaturas suaves, entre los 20 y los 24 ºC.

Algunos de los países en los que encontramos la planta Alocasia en estado silvestre son: Australia, Sri Lanka, Malasia, Filipinas, Indonesia, Borneo, Java, India, Tailandia, Sumatra, Camboya, Vietnam o Nueva Guinea.

Tipos de Alocasia o Marquesa

Como te hemos adelantado en la introducción, existen más de 70 especies del género Alocasia, siendo imposible resumirlas todas, por ello, mencionaremos los 10 tipos de Marquesas más comunes:

Alocasia macrorrhiza Alocasia odora
Alocasia sanderiana Alocasia amazonica
Alocasia polly Alocasia zebrina
Alocasia calidora Alocasia cucullata
Alocasia wentii Alocasia fornicata

Cuidados de la Alocasia

La Colocasia o Marquesa es una planta muy resistente, que se adapta maravillosamente a distintos ambientes. Prácticamente cualquier persona puede culivarla, aún teniendo pocos conocimientos de jardinería. Sin embargo, si quieres disfrutar de una planta radiante, sigue estos consejos:

Sustrato y abonado

Esta planta se adapta aprácticamente cualquiera de los tipos de sustratos que existen, aunque lo ideal es que cuente con una mezcla de tierra y compost, arena y turba fibrosa. En cuanto al abonado, lo ideal es realizarlo en primavera, usando preferiblemente un abono orgánico.

Ubicación

La planta Marquesa, fuera de su rango de temperaturas óptimas, que se sitúa alrededor de los 22ºC, se adapta mejor en interiores o invernaderos, aunque también podemos mantenerla en exteriores de clima suave si le ofrecemos buenos cuidados. Lo ideal es ubicar la planta en una buena maceta, de esta forma controlaremos mejor su desarrollo y expansión. Necesita un espacio bien iluminado lejos del sol directo, por lo que situarla cerca de las ventanas será una buenación para ella.

Riego y humedad

Lo ideal es mantener el sustrato húmedo, sin encharcamientos, ya que podríamos provocar el pudrimiento de la raíz. Para ello debemos garantizar un suelo bien drenado. Durante la primavera y el verano regaremos moderamente, prácticamente a diario, pero en invierno espaciaremos más los riegos, a 2-4 veces por semana.

Para fomentar una buena humedad limpiaremos semanalmente las hojas y les pulverizaremos agua de forma moderada, sin que la planta termine excesivamente mojada.

Reproducción

Existen dos formas de multiplicar la Colocasia. La primera consiste en plantar las semillas que nos hayan ofrecido las flores, no obstante, también podemos dividir los nuevos brotes que ofrezca el rizoma, a partir de los cuales nacerán pequeños tallos con una o dos hojas y sus propias raíces.

En este segudo caso, lo ideal es dejar el tallo en un recipiente con agua, hasta que las raíces se desarrollen más. Lo dejaremos una o dos semanas. Después lo colocaremos en una maceta y regaremos.

Trasplante

En las primeras etapas, cuando la planta es muy pequeña, podemos cambiarla cada pocos meses. Más adelante espaciaremos el tiempo y la moveremos cada 2-3 años a una maceta de mayor tamaño.

Cuidados en invierno

Especialmente cuando se encuentre en el exterior, debemos proteger a la Oreja de Elefante del frío. Colocaremos la planta en un lugar protegido, lejos de las corrientes de aire. También la cubriremos si las temperaturas bajan de los 0ºC.

Plagas, enfermedades y problemas de la Alocasia

  • Araña roja, ácaros y cochinilla: son los parásitos más comunes que afectan a la planta. Suelen aparecer cuando la Oreja de Elefante está debilitada y las condiciones no son las adecuadas, por ejemplo cuando las temperaturas son elevadas o la zon es muy seca.
  • La planta está decolorada y quemada: la hemos ubicado en una zona demasiado soleada o seca. La trasladaremos a la semisombram aumentaremos los riegos y la humedad.
  • La planta pierde las hojas: está pasando mucho frío o está colocada en una zona en la que no recbe suficiente iluminación.
  • La planta pierde su esplendor: necesita un abonado.

¿La Alocasia es venenosa?

Debemos saber que sí, la Alocasia es tóxica, tanto para las personas como para los animales domésticos. Si bien nuestras mascotas no se sentirán especialmente atraídas por ella, es aconsejable mantenerla en un lugar seguro, lejos de su alcance, para evitar una posible intoxicación. El contacto directo causa irritación de piel y mucosas, además, puede provocar un edema, es decir, una acumulación de líquido en los tejidos.